El avión que hemos tomado, ocupado exclusivamente por otros medios de comunicación y responsables de Iberia, era un Airbus A320 propulsado por una mezcla de biocombustibles de segunda generación. Entre las consabidas bromas de “¿llegaremos?” o “sale humo verde”, lo cierto es que el aparato ha despegado con total normalidad. A nivel usuario, pues, no existe diferencia entre este vuelo y otro corriente. Sí a lo hay, no obstante, a nivel ecológico… al menos en un futuro.
El biocombustible empleado posee las mismas características que el carburante usado habitualmente en aviación. Contiene un 25 % de biocarburante de camelina (una planta oleaginosa no comestible y que no interfiere en cultivos alimentarios), el cual permite un ahorro de emisiones próximo al 20 %. El 75 % restante era combustible tradicional. A todos nos han entregado una bolsita con unas cuántas semillas de camelina:
La principal ventaja de
la camelina es que resiste climas muy variados (por ejemplo, la mayor parte de Europa). Además, el Airbus el que hemos viajado no ha requerido de ninguna modificación para funcionar con el biocombustibles. Eso sí, los responsables de Iberia y Repson admiten que es necesario seguir trabajando en la disponibilidad de suministro.
La ruta seleccionada para este primer vuelo ha sido el Puente Aéreo Madrid-Barcelona (y de momento será el único vuelo: aún no se conoce cuando se va a poner en funcionamiento la operación con biocombustibles ni los porcentajes que se requerirán). Durante el vuelo, consumimos 2.600 kg de una mezcla de carburante de camelina y carburante JET A-1 convencional, que han permitido un ahorro de cerca de 1.500 kg de emisiones de CO2. Este biocombustibles de segunda generación es una mezcla llevada a cabo por ASA con Bioqueroseno Parafínico Sintetizado producido por Honeywell-UOP y evaluado y acreditado por Repsol en su Centro de Tecnología.
El presidente de Iberia, Antonio Vázquez, a bordo de la aeronave, destacó que este ‘vuelo verde’ es “un paso importante de cara al futuro” y mostró su agradecimiento tanto a Repsol como a los otros participantes del proyecto, como el constructor aeronáutico Airbus, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y Senasa.
La participación de Iberia en este vuelo con biocombustibles se enmarca dentro de un gran plan estratégico de la compañía para desarrollar su actividad de una forma sostenible, y contribuir a la preservación del medio ambiente.
En 2015, se estima que el 1 % de todo el combustible empleado para aviación procederá de biocombustibles. Ello requerirá al menos de 70.000 hectáreas de cultivo de camelina, si bien también se pretende que existan otras plantas que cumplan la misma función. Y en un futuro quizá cerca, el uso de biocombustibles de tercera generación: microalgas.
Sin ir más lejos, Iberia colabora con ALGAENERGY y AENA en la búsqueda de la obtención de biocombustibles a través de las algas.
De momento, tenemos que conformarnos con la camelina, aunque sólo la hayamos probado nosotros. Tal vez sea un gran paso para que, en breve, se obtenga un consumo aeronáutico más sostenible. O tal vez, hasta que lleguen las algas, deberemos seguir tirando de los combustibles fósiles. Esperemos que pronto consigamos despejar la incógnita.